Comportamiento


El puma es un animal mucho más móvil que el jaguar y cuando se les caza, especialmente los machos, parece que siguen un gran círculo que requiere una semana o dos para completarlo. Las hembras que no se preocupan por los cuidados familiares parece que cazan en zonas grandes también; estas zonas individuales no son defendidas por otros pumas en un sentido territorial y con frecuencia se superponen. Sin embargo, las hembras con cría, aún las de un año bien de desarrolladas, tienen áreas de habitación mucho más reducidas.

En general, los pumas no son peligrosos para la vida humana; un animal herido o acorralado peleará decididamente y puede mutilar o matar una persona, pero esto por fortuna, ocurre raras veces. En toda América del Norte hay sólo unos cuantos informes que prueben que el puma ha devorado una víctima humana. A pesar de su tamaño y fuerza, los pumas temen y respetan al hombre y evitan encontrarse con él siempre que pueden.

El puma es un animal solitario, con una fuerte territorialidad. Se caracterizan por ser veloces corredores de distancias cortas y hábiles trepadores. Recorren constantemente sus cotos de caza, los que demarcan con el olor de sus fecas y orinas, para dar a entender a los otros de su especie que ese territorio tiene dueño.
El puma puede tener una o más guaridas en su territorio las que se ubican, generalmente, bajo árboles o protegidas de formaciones rocosas. Al caer la tarde abandona su guarida, (a excepción de la época de celo) y comienza a recorrer su territorio en busca de alimento. Para ello, cuenta con un aguzado olfato y excelente visión nocturna, además de un caminar silencioso, propio de todos los felinos, gracias a que cuentan con gruesos cojinetes plantares. El puma tiene una gran fortaleza y mata a sus presas de una dentellada en el cuello o en las vértebras cervicales.

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